Este país, por muy turístico que sea actualmente, siempre ha sido un país agricultor. En España se han cultivado tradicionalmente miles de alimentos que luego se han exportado al exterior debido a la calidad de los mismos. Tenemos las naranjas de Valencia, los viñedos que nos dan ese fantástico vino con denominación de origen, los olivos que nos dan el aceite, los melocotones de Cieza, los tomates del Guadiana y mucho más. Sin embargo, el cambio climático está trastocándolo todo.
Las gotas frías, las borrascas, las tormentas repentinas, todos estos acontecimientos climáticos se están convirtiendo, poco a poco, en algo cotidiano en nuestro país. El año pasado fue borrasca Gloria, pero unos meses antes fue la peor DANA, o gota fría, que ha sufrido la Vega Baja. Gracias al Dios de la climatología (si es que lo hay) en 2020 se nos dio una tregua en este sentido (bastante teníamos ya con el COvid19), pero los meteorólogos ya alertan de que este tipo de situaciones no van a ser la excepción, sino la normalidad de cara a un futuro.
Ciudades inundadas, miles de euros en mobiliario urbano y destrozos, perdidas personales incuantificables y, por supuesto, cientos de cosechas perdidas.
La agricultura es uno de los sectores que más sufre las consecuencias del cambio climático y no solo por el aumento de las temperaturas que ya tienen que soportar, sino también por los periodos de sequía y posteriores tormentas que destrozan cosechas e inundan huertos. Y el problema es que poco podemos hacer.
¿Se puede luchar contra la naturaleza? Por supuesto que no. Lo único que podemos hacer es ayudarla, para que sane lo antes posible, o para que deje de enfermar y ese cambio climático se paralice, evitando así que todas estas situaciones climáticas extremas cambien las vidas de miles de personas en nuestro país, y en el resto del mundo.
Hoy por hoy, además de poner nuestro granito de arena en la lucha contra el plástico, contra la contaminación y por el reciclaje, solo nos queda esperar y cruzar los dedos para que todos y cada uno de nosotros apueste por respetar el medioambiente y la naturaleza, que no cuenta tanto ¿verdad? Ahora bien, dejando eso a un lado lo único que nos queda es prepararnos ante lo que se nos puede venir encima.
Las borrascas, cada año son más
En la temporada 2017-2018 hubieron 9 borrascas en España, en la temporada 2018-2019 fueron 13, y en esta temporada, la del 2019-2020, ya llevamos 7 y acabamos de empezar. Por otro lado, y en contraposición, el 2019 batió récords y fue el año más caluroso de la historia en Europa.
En 2018, RTVE ya anunciaba a bombo y platillo que el cambio climático del Mediterráneo, de no ser capaz de pararlo, se traducirá en clima extremo, enfermedades y hambrunas. Eso se traduce en más episodios de gota fría, menos lluvias en verano, más dolencias respiratorios y cardiovasculares, más migraciones, hambrunas y conflictos. Por otro lado, el científico Kerry Emanuel, Premio Fronteras del Conocimiento en Cambio Climático 2019 del BBVA asegura que un aumento de 3ºC en el océano supone huracanes un 15% más intensos, pero el problema vendría por el hecho de que ese aumento de temperatura del mar también provocaría que estos huracanes, tormentas tropicales y las conocidas borrascas se multiplicarían en número notablemente.
En Octubre del año pasado, lo que era una tormenta tropical se convirtió en un huracán de categoría 1 antes de llegar a Galicia. Era el huracán Pablo, que nos tocó de cerca. Además, asegura que conforme el Mediterráneo se caliente, se esperarán una mayor incidencia de estos huracanes destructivos y, por supuesto, más DANAs.
¿Y cómo podemos protegernos ante lo que está por llegar? Pues tomando unas medidas que el Gobierno no toma. ¿Qué será de nuestra agricultura sino ponemos medios de contención? Según los profesionales de Montaje de Invernaderos ante una devastación global poco se puede hacer, pero ante una DANA o tormentas similares si se puede actuar pues, con invernaderos preparados, podemos paliar los efectos negativos, y los daños, que este tipo de situaciones meteorológicas pueden provocar en la agricultura.
Ahora bien, ¿puede pagarse el agricultor medio una inversión de ese calibre? Me temo que no, y debe ser el Estado, para salvaguardar nuestra agricultura, quien debe ayudarlos. Según el Centro de Interpretación Olivar y Aceite de Jaén, un campo de cultivo de olivos devastado por la climatología podría suponer la ruina para un agricultor que produce aceituna de temporada para la elaboración de aceite de oliva virgen extra.
En España, el Gobierno acaba de declarar la emergencia climática, algo que debería haberse hecho hace ya bastante tiempo. Así, junto a Irlanda, Canadá y Francia, somos pioneros al aprobar esta declaración. Esperemos que esto sea suficiente para que nuestro país haga lo que tiene que hacer y dé ejemplo a toda Europa, y al mundo si es necesario, aunque con Trump al frente de Estados Unidos lo tenemos complicado ¿o no?