El caballo, bastión de elegancia animal

Adoro a los caballos. Lógicamente no es un animal al que todo el mundo tenga acceso, y quizás por eso muchos de nosotros soñamos con montarlos, pero es un animal tan elegante y valioso que me parece de una belleza incomparable. ¿Y por qué digo lo de valioso? Pues porque puede que ahora ya no cumplan las mismas funciones que antaño pero la realidad es que el caballo ha sido uno de nuestros mejores compañeros en la historia de la humanidad.

El caballo ha sido medio de transporte, herramienta de trabajo e incluso un deporte, pero sobre todo un amigo para quienes han tenido la oportunidad de vivir cerca de ellos. A cambio de todo eso, nosotros los hemos utilizado como nos ha dado la gana, incluso los hemos puesto al frente en muchas batallas obligándoles a pagar con su vida nuestros errores como civilización. Pero el ser humano es así ¿verdad? los animales nos dan todo lo que tienen y nosotros se lo devolvemos con grandes regalos que habría sido mejor no recibir. Siempre hacemos lo mismo, una y otra vez, y si no que se lo pregunten a todos esos perritos y gatitos que acaban abandonados, lo más suertudos, en la puerta de protectoras de animales.

Y el caballo es noble por naturaleza, no puede evitarlo, su porte, sus patas, su cuello… todo en él transmite elegancia y nobleza, y por eso es uno de los animales más bellos de nuestro planeta.

Hoy en día ya son pocas las culturas que los utilizan como herramienta de trabajo, y es que el mundo occidental ya usa tecnología para arar sus campos y motores para conseguir lo que quiere, aunque ahora el calvario del caballo es que en esa parte del mundo hay quienes los utilizan como atracción de feria, pero ese es otro tema para otro post, ¿no?

En Asia y África aún son buenos compañeros del arduo trabajo en el campo, y digo compañeros porque quiero pensar que allí tienen más respeto hacia ellos del que nosotros hemos demostrado en occidente de forma generalizada donde los utilizamos incluso para rodar películas y luego los abandonamos a su suerte.

Pero aún quedan verdaderos amantes de este animal, que no solo lo valora por lo que es sino que además los cuidan y tratan como a verdaderos reyes. Hablo, por supuesto, de los caballos de doma, de monta o de competición. Y con esto no quiero decir que otros caballos que viven en granjas o casas de campo estén descuidados, gracias a Dios aún hay fantásticas personas que tratan a los animales como se merecen, lo que quiero decir es que es en la doma clásica donde esa elegancia y esos cuidados cobran mayor importancia en nuestro país.

La doma clásica

Tal y como nos explican desde Caballos Mendoza, la doma clásica y la competición se han convertido en un deporte o afición de élites, probablemente debido al coste elevado que supone mantener un caballo en buenas condiciones, así como entrenarlo para competir, y aunque no es justo que los demás no podamos disfrutarlos, tiene sentido.

Lo que no tiene cabida ni lógica ninguna es que aquellos que no tienen conocimientos sobre cómo cuidarlos, ni capacidad para hacerlo, se hagan cargo de ellos, por mucho que nos pese a quienes no tenemos la economía suficiente como para disfrutarlos a diario, y por eso creo que el hecho de que este deporte haya acabado siendo un deporte denominado “para pijos” es lo adecuado.

La doma clásica tiene su nacimiento en la Edad Media, cuando oficiales de caballerías europeas empezaron a practicar algunos ejercicios con los caballos para mejorar su manejo del animal. Desde ahí, y con el paso del tiempo, empezaron a crearse altas escuelas, sobre todo en la corte renacentista, y se empezó a valorar la belleza del animal practicando dichos ejercicios junto a su jinete. De hecho, hoy en día la tradición clásica de la doma está considerada como forma de arte.

La competición, por otro lado, consta de una serie de ejercicios que el caballo ha de realizar siguiendo las órdenes de su jinete. El caballo ha de desplazarse al paso, al trote y al galope e incluso ha de saltar diferentes alturas de vallas cayendo con elegancia sobre la pista de arena de nuevo. Es todo un espectáculo ver este tipo de competición, aunque de nuevo, repito, no sea apto para todos los bolsillos.

En los Juegos Olímpicos siempre podemos ver el campeonato por antonomasia, el Gran Premio, que a muchos aburre y a otros nos embelesa.

Sea como sea, el caballo es un animal precioso que no se merece el trato que recibe el algunas partes del mundo, incluso en algunos establos de países occidentales, por lo que creo que debería ser igual de protegido que otros animales más domésticos en los que se ha puesto el punto de mira, muy acertadamente, en estos últimos tiempos.

Comparte el post:

Entradas relacionadas

Scroll al inicio