Desde hace muchos años se ha querido criminalizar al mundo de las bolsas de plástico como el más dañino contra el medio ambiente. Y es cierto si lo comparamos con hace muchos años y con empresas que, como solía pasar, nunca habían tenido una conciencia verde. Hoy queremos poner los datos sobre la mesa, y ver desde un punto de vista racional, sin filias ni fobias, como es posible convivir en una vida con bolsas de plástico. Es tan sencillo como pasa en todos los aspectos de la vida si se hace de la mano conjuntamente.
La producción global de plásticos se ha disparado en los últimos 50 años, y en especial en las últimas décadas. Entre 2002-2013 aumentó un 50%: de 204 millones de toneladas en 2002, a 299 millones de toneladas en 2013. Se estima que en 2020 se superarán los 500 millones de toneladas anuales, lo que supondría un 900% más que los niveles de 1980. Todo esto es cierto, pero claro hay que analizar que se tratan de cifras de hace más de un lustro. Gracias a la labor que hacen ongs como Greenpeace se ha logrado concienciar a todo el mundo de que esto no podía seguir así. Y ahora son muchas las empresas que ya trabajan con bolsas de plástico sabiendo que se hace de una manera ecológica.
Materiales como la fécula de patata o el polivinilo de alcohol se perfilan como sustitutos ecológicos de los derivados del petróleo, según expertos de compañías españolas consultadas, como es el caso de Zoloplast. Por ejemplo, realizan bolsas para productos de descanso. El respeto por el medioambiente es una de sus principales premisas como fabricante de bolsas de plástico y lo reflejan en estas bolsas. Materiales biodegradables para las bolsas de productos de descanso (almohadas, cojines, almohadas de viaje). O también en el packing: ya que como contribución al respeto por el medioambiente, desde Zoloplast, fabricante de bolsas de plástico, también comercializan bolsas de tejido no tejido para la compras.
Sustitución
Con estos ejemplos de esta empresa, comprobamos como ahora mismo las empresas pueden poner mucho de su parte, y dejar de pensar que el plástico contamina, claro que si es de petróleo lo hace, pero ahora mismo hay muchos más productos. Otro ejemplo es el de pretender sustituir las bolsas de plástico de un solo uso por otras fabricadas a partir de polivinilo de alcohol, un material que tiene todas las ventajas del plástico pero ninguno de sus inconvenientes medioambientales.
No hay que olvidar que no solo podemos pensar en las empresas, es también labor del ciudadano la de hacer una gestión adecuada de los residuos. Esto se puede hacer individualmente, apostando por bolsas reutilizables, evitando productos con dobles plastificados o comprando a granel, también en los supermercados. A nivel social, los ciudadanos pueden priorizar aquellos negocios y establecimientos que defiendan el medio ambiente públicamente y que tomen acciones trazables y mantenidas en el tiempo en relación a la reducción de plástico. Porque no sólo basta con posicionarse en contra de los residuos, sino que dichas empresas tienen que ser consecuentes y poder demostrar que están trabajando para eliminarlos.
Legislación
El Parlamento Europeo ha anunciado que en 2021 entrará en vigor la prohibición de las bolsas de plástico de un solo uso en todo el Viejo Continente, mientras que en España un Real Decreto prohíbe desde 2018 la distribución gratuita de las bolsas ligeras de un solo uso. Ya sabes que es su época fue muy criticado porque era muy injusto que si pagabas la bolsa sí te la daban aunque contaminara. Por suerte la mentalidad de los españoles va cambiando y ahora somos conscientes de que las bolsas no se regalan, que tenemos que ir con la nuestra propia.
Sin embargo las entidades que componen la Alianza Residuo Cero -entre las que se cuentan Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción y Greenpeace- creen que este Real Decreto es «insuficiente» y propone, para alcanzar los objetivos de la Directiva Europea, «medidas más restrictivas» y radicales, incluyendo más impuestos y prohibiciones a todas las bolsas «independientemente del material» con que estén hechas. No creemos que sea justo, creemos que hay que buscar un camino a la mitad.
EN resumen, conseguir que en el futuro próximo todos los envases sean reciclables o compostables es uno de los grandes retos compartidos por las empresas y los ciudadanos, que deben trabajar conjuntamente para reducir eficazmente micro y macroplásticos del entorno. Y está claro que entre todos lo podemos conseguir.