A pesar de que no todos somos conscientes de lo que está pasando últimamente con el mundo de las naranjas y las mandarinas, es realmente importante que entendamos la situación para que toda la población sepa qué se está haciendo con el alimento que podría criar a nuestros hijos y que los agricultores prefieres dejar caer al suelo, hasta que la fruta se pudre, porque no les sale rentable recogerlo.
Pepe Garcés no es un caso aislado, pero hoy os vamos a hablar de él. Garcés es un agricultor que cuenta ya con 80 años a sus espaldas, muchos de ellos trabajados en el campo pues toda su vida la ha dedicado a la agricultura, desde que a los 9 años su familia lo sacaba de la escuela para ir al campo a colaborar. Hoy, ha decidido cortar sus naranjos, con la fruta madura lista para recoger en el árbol, porque “está cansado de perder dinero”.
La leña que dan esos árboles la ha vendido, y ese será su mayor ingreso este año ya que, como asegura, los agricultores como él ya no tienen beneficios.
Desplome de precios
En otros campos, toneladas de naranjas y mandarinas sin recoger están esparcidas por la tierra porque no sale a cuenta pagar por recogerlos. El diario ABC titula una de sus noticias asegurando que las naranjas españolas están de salgo, igual que hemos hecho nosotros, y es que el desplome de precios ha sido tan acuciado que los agricultores prefieres regalarlas, dejarlas caer o dejar campos abandonados antes que hacer la recolecta.
Pero ¿a qué se debe ese desplome de precios? Pues a un acuerdo entre la Unión Europea y Sudáfrica con aranceles reducidos que ha provocado que en los mercados, la mayor parte de la fruta que se vende, provenga de dicho país.
No obstante, con el objetivo de paliar esta situación, el Ministerio de Agricultura ha puesto en marcha un cupo máximo de fruta para transformar en zumo todos los cítricos retirados del mercado y entregar otra parte a entidades caritativas. Los importes de la ayuda a los agricultores para la financiación de estas retiradas serán superiores a los 12,5 millones de euros.
Actualmente, el precio de la naranja se encuentra al nivel más bajo de los últimos años. En Córdoba, la conocida naranja de Palma del Río, se paga a un 40% menos que en 2017, un precio que, según los agricultores, no les llega ni para sufragar gastos.
Ahora bien, ¿tiene la misma calidad la naranja sudafricana que la española? Pues según los expertos, si hablamos de calidad, podríamos decir que sí, siempre y cuando con “calidad” se valoren nutrientes, vitaminas y beneficios para la salud, pero ¿y el sabor? Lógicamente no es el mismo y, el problema, es que hoy en día no podemos comprar naranjas en ningún supermercado, o mercado, en el que estemos seguros de comprar naranja española. Tan solo los puestos de los propios agricultores o de fruta ecológica garantiza este hecho y por eso muchos profesionales han optado por la promoción de naranjas online, del árbol a tu mesa.
Campo Filósofo, una organización de agricultores que ya cuenta con 9 años de vida, nació con la idea de comercializar sus propios cítricos, dejando de lado al distribuidor y al comercial que hace la venta directa al público. Ahora, su modelos de negocio, es imitado por cientos de cooperativas y asociaciones que pretenden hacer llegar la fruta y la verdura directamente desde los campos hasta la nevera del cliente final siendo este, según estos profesionales, el único modo de garantizar un buen precio para el agricultor y para el cliente por igual.
Otra opción para conseguir comer fruta de calidad es la nueva tendencia nacida en Valencia y conocida como “agricultor a distancia”. Se trata de un movimiento en los Huertos del Turia que ofrece el apadrinamiento de árboles, una iniciativa ecosostenible para mantener campos de cultivo abandonados vivos. Los apadrinadores pueden disponer de todas las naranjas de su árbol, y son los agricultores de antaño y vecinos de la zona quienes recogen el producto, que es totalmente ecológico.
Además, como los cuidados de los árboles los realizan los propios responsables de los huertos con las donaciones, si un apadrinador quiere acudir a aprender sobre el cultivo e involucrarse en las labores, puede hacerlo sin problema, y llevar así la enseñanza de esta profesión tan artesana hasta los pequeños de la familia.